martes, 19 de febrero de 2008

TRIBUNA


Crear policías municipales, sin medias tintas ni parches
La cercanía a la gente, la posibilidad de realizar políticas de seguridad diferenciadas y el financiamiento complementario con tasas municipales son características favorables.


Por: Alberto Binder*
Fuente: MIEMBRO DEL ILSED (INSTITUTO LATINOAMERICANO DE SEGURIDAD Y DEMOCRACIA)


Las nuevas autoridades se han encontrado con un problema recurrente: la falta o debilidad de los recursos humanos y materiales asignados al sistema de seguridad de Buenos Aires. Nada de eso se puede achacar a uno u otro gobierno anterior sino que es el producto de una histórica despreocupación por las instituciones de seguridad y judiciales en la provincia.

Tampoco se resolverá un problema de esa magnitud (que se ha agravado con el crecimiento demográfico y el descontrolado crecimiento urbano) con el simple nombramiento de más policías, compra de más patrulleros o desafectando al personal policial de otras tareas. Esas medidas suelen ser más fáciles de pronunciar que de ejecutar en el contexto de las grandes necesidades financieras y de organización del Estado bonaerense.

Para comenzar a encarar en profundidad el tema de los recursos, se debe avanzar en la integración de diversos recursos institucionales ubicados en distintos niveles, de tal manera que el salto cualitativo y cuantitativo sea realmente importante. Y ello significa avanzar al mismo tiempo en la incorporación de nuevo personal y elementos tecnológicos con la continuación de la reorganización del sistema de seguridad en su conjunto.

Desde sus orígenes la reforma de la Policía de Buenos Aires planteó el problema de los recursos y una estrategia de crecimiento indisolublemente ligada a la descentralización. Distintas circunstancias hicieron que esa descentralización no fuera llevada a cabo en sus aspectos más importantes y hoy nos encontramos ante las mismas tareas pendientes. Avanzar en la descentralización significa, antes que nada, la creación de las policías municipales.

Este no es un debate nuevo —ni siquiera forma parte de los debates alrededor de la reforma policial del 98— sino que tiene ya una larga historia en la Provincia, nunca resuelta. Se sostiene que avanzar en la creación de las policías municipales sólo agravaría los problemas de corrupción y descontrol, dándoles más poder a unos intendentes —en especial en el Gran Buenos Aires— que ya son como reyezuelos: viejo argumento que ha impedido todo avance.

Claro que todo se puede hacer mal y que, en especial, la corrupción es un flagelo que no hemos decidido enfrentar con firmeza, pero esos problemas ya existen y nos privamos de los beneficios que pueden traer esas soluciones. Además, si no probamos innovaciones en los temas de seguridad estamos condenados a ser espectadores de su agravamiento permanente.

Hay que dar el paso en la creación de las policías municipales sin eufemismos ni medias policías, como la guardia urbana y otros ensayos. Al contrario, creo que el grado de preocupación y sensibilización social hoy son las grandes herramientas que permiten esta creación. Se discutirá el modo de nombramiento, el modo de control, su coordinación, etc. Problemas que muchos países tienen y forman parte de las tareas cotidianas del sistema de seguridad.

Pero la cercanía a la gente, la posibilidad de realizar políticas de seguridad diferenciadas y el financiamiento complementario mediante tasas de seguridad municipales son actualmente instrumentos que no se pueden dejar pasar.

El sistema de seguridad de Buenos Aires sólo puede ser complejo y descentralizado. La naturaleza social, política e institucional de la Provincia lo llevan inexorablemente hacia ese rumbo. El sueño de una Policía enorme que responde al unísono a un solo mando verticalizado es un mito que ya ha hecho demasiado daño y posterga soluciones de fondo. Además, nunca existió en Buenos Aires una Policía de este tipo.

La complejidad de la que hablo se ordena en cuatro escalones.

Las policías municipales.

Las policías departamentales (coordinando y apoyando la labor municipal).

La Policía de investigaciones (totalmente centralizada, única para toda la provincia).

El Ministerio de Seguridad, conductor técnico y político de todo el sistema.

Es un sistema de seguridad completo, mucho más acorde con los juegos sociales, políticos y culturales de una provincia que también es compleja y multiforme. Con muchos más recursos cerca de los problemas de la gente y muchas más posibidades de adaptarse a fenómenos criminales difrenciados, estacionales, cambiantes. Es en ese recipiente institucional que nunca se termina de armar donde se deben volcar los nuevos recursos, provientes también de fuentes diversificadas.

Claro que no se agotan aquí todas las soluciones: aumentar los recursos implica cambiar el modelo de integración entre seguridad privada, seguridad pública y también implica modificar las reglas de la política de seguridad en la zona metropolitana. El gobierno de Buenos Aires debe entender, al fin, que la provincia necesita el traspaso de la Policía tanto como la Ciudad Autónoma y deberían avanzar juntas en ese proyecto.

Mientras la Ciudad no tenga su propia Policía no se terminarán de conformar las tres patas de la política de seguridad de la zona metropolitana (Nación, Ciudad y Provincia) y sin ello no tendremos el proclamado plan conjunto. La zona metropolitana de Buenos Aires es el gran regulador de los problemas de seguridad de nuestro país, tanto en el plano objetivo como subjetivo (percepción, miedo, preocupación). Su solución beneficia a todos, no a los porteños o suburbanos.

En fin, nuevos gobiernos, nuevas oportunidades. Viejos debates y tareas inconclusas. En temas de seguridad nuestro país se ha quedado asustado y anclado a políticas que añoran tiempos idílicos —que en realidad nunca existieron— o se ilusionan con la remota posibidad de que los medios de comunicación hagan desaparecer el problema. En pocas palabras: zafar, no actuar.

*Alberto Binder fue autor junto a León Arslanian del Plan de Reforma de la Policía de Buenos Aires.

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